martes, 1 de abril de 2014

¿PÁJAROS EN LA CABEZA?


Miguelito es hijo de una encina. Un día se cansó de crecer y dijo, hasta aquí hemos llegado. Se negó a aumentar de tamaño por dentro y por fuera. De nada sirvió que su madre le insistiera en que debía hacerse grande. Miguelito, erre que erre, dijo que todo el mundo crece y que aquello, cuando menos, le resultaba una ordinariez. Ahora le ha dado por invertir la posición, hincando las hojas en el suelo y alzando las raíces al cielo. Yo lo llamo por teléfono y le pregunto qué hace. Miguelito me contesta: pues ya ves, el pino con las orejas. Yo prefiero no llevarle la contraria porque lo conozco bien y sé que se iría por las ramas. La gente ha empezado a murmurar. Dicen las malas lenguas que tiene pájaros en la cabeza. Nada más lejos de la realidad; Miguelito tiene pájaros en los pies.

2 comentarios:

  1. En simbología, el árbol une la tierra (las raíces) con el cielo (la copa). Es contacto entre lo más carnal y lo más celestial. Invertir la oferta es tentador: hundir las raíces entre los dioses y la copa en la tierra fértil y honda. Genial. Gracias. Con todo, me habría gustado crecer algo más, pero me conformo con lo que tengo. No sabéis los altos las enormes ventajas de que disfrutáis: tener que sacar la escalera de mano para lo más mínimo es, cuanto menos, cansado.

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  2. Perdona, pero -en los tiempos de la guerra- cuando hice la mili (vestío de romano) se me salían los pies de la cama y cogía resfriados podológicos. Eso era una injusticia. El mundo no está pensado para los larguiruchos. Y si no, vete a comprarte unas zapatillas del 45, a ver si hay pares sueltos.

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