jueves, 24 de octubre de 2013

EL ALMA DE LOS AUSENTES


Hace años que se ha venido repitiendo el mismo sueño, en el que una parte de mí consigue viajar en el tiempo y elije como punto de destino la estación de Atocha, aquella cálida noche del 13 de julio de 1936. Allí, en los andenes de lo que hoy es un exótico invernadero, debería encontrar a Federico y convencerlo de que no subiera a aquel tren.
Fue del todo inútil. En todos y cada uno de aquellos sueños, me fue imposible encontrar al poeta para prevenirlo de aquel error. En alguno de aquellos vagones del expreso nocturno -rechonchos y oscuros como ataúdes- viajaría el hombre que firmó aquel Pequeño vals vienés, que tantas veces me haría vibrar cuando se convirtiera en la canción que acunaría más de una noche el alma de los ausentes.



martes, 22 de octubre de 2013

EL PUENTE




El agua del lavabo de los bares de Praga sale siempre calentita.
Los tranvías circulan a toda velocidad por los puentes.
Las cervezas se sirven por pintas.
Todos los camareros hablan correctamente el inglés.
Los turistas aplauden a un reloj
La música sale de entre los adoquines.
La gente no grita en los bares
La copa de aguardiente se toma antes de la comida
La absenta arde como las puertas del infierno
La sonrisa es el estado natural de unos labios.
Los tiranos son lanzados por las ventanas.
La primavera es lo contrario de un tanque.
El tiempo del semáforo para un peatón dura menos que un suspiro.
Los pasos de Gregorio Samsa retumban en alguna calle solitaria.
Los perros han sido educados en los mejores colegios.

Por lo demás, quitando que todo es más hermoso, racional e inteligente que aquí; no hay mucha diferencia.