lunes, 15 de octubre de 2012

NOSTALGIA


Durante la semana pasada hemos tenido la oportunidad de volver a escuchar una pequeña colección de letanías que me han hecho recordar un pasado no demasiado remoto. De unos y otros, los de arriba y los de abajo, los de levante y los de poniente, volvieron a marcarse exclamaciones patrioticas, banderas al viento, por San Jorge –perdón:  Jordi- a mí la legión y Santiago y cierra las batuecas. Nada de eso estuvo mal porque, quieras que no, la visceralidad patriótica anima el cotarro más que las continuas subidas de esa prima que seguramente no es pariente carnal de nadie. Los fervores patrios darían risa si no fuera porque siempre suelen acabar a punta de bayoneta.
Así las cosas llegó el día de la raza, con sus bonitos desfiles, fusil en ristre, y novenas a la Virgen del Pilar. Pero como las vírgenes no andan solas, también hubo procesiones a la del Rosario, que fue la artífice de de la victoria de las Naves cristianas en Lepanto. No fue la osadía de don Álvaro de Bazán, ni el jalar de los pobres galeotes, lo que decidió aquella épica victoria. Tampoco tuvo nada que ver la presencia del joven Juan de Austria, que a decir verdad, no sabía ni nadar. Fue la Virgen del Rosario, palabrita de scout, la que puso en fuga al turco fiero. ¡Saaalve reina de los maaares!
Domingo de misa, carrusel deportivo y toros. Redobles de tambores. Estampitas de San Pancracio. Ruido de sables. Póngame a los pies de su señora. Banderita tu eres roja. Eminencias reverendísimas. Devociones marianas. Y sobre todo, resignación, mucha resignación.
Por cierto; creo que la ratio de manifestaciones  en Madrid, sale a seis diarias. Estos rojooooooooooos.

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