miércoles, 17 de febrero de 2010

Diarios de Cabezadeperro

Mal empezamos el día. Anoche estuve escudriñando algunos artículos acerca del principio de incertidumbre y como consecuencia tuve una pesadilla de lo más incierta. Por la mañana me desayuno una entrevista con un crítico literario (cuyo nombre olvidé al poco de digerir aquella sopa de letras) en la que se reconocía deudor de Franz Kafka.
Según parece, uno de los grandes ¿¡descubrimientos!? de la crítica literaria en la segunda mitad del siglo XX, fue la asombrosa influencia de la obra de Kafka en los autores contemporáneos. Una idea sorprendente, partiendo de la base de que el primer gran heredero del legado kafkiano, Samuel Beckett, fue capaz de estirar la prosa hasta límites que rara vez volverían a rebasarse. El caso de Beckett no es único pero indudablemente resulta el más notorio hasta el momento. Por supuesto, dentro de la apuesta por una literatura como campo de expansión del pensamiento y del estilo, dentro de una idea de lo escrito como experiencia única e insobornable, nos queda la enorme e ignorada obra de Witold Gombrowitcz, el valeroso DeLillo, y las generosas aportaciones de Djuna Barnes, Vila-Matas, Goytisolo, Perec, y probablemente algunas docenas de talentos inéditos. Teniendo en cuenta por donde van los tiros en el mercado editorial, apostaría un buen gripazo a que debe haber por ahí verdaderos genios inéditos.
Lo que sorprende es que todavía resulte una rareza lo de escarbar en el antes. ¿Existió el síndrome Kafka antes de Kafka? Porque, seamos rigurosos, la genialidad no surge por generación espontánea. Ciertamente, sería inimaginable la obra del checo sin el precedente de Melville y su Bartleby, y menos aún sin ese lugar extravagante que fue el instituto Benjamenta, mitológico santuario del Jacob von Gunten. Al igual que somos lo que comemos, porque estamos hechos de lo que nuestro organismo fagocita y sintetiza, no es menos cierto que el escritor es en gran medida lo que ha leído. La diferencia entre la mediocridad y el talento consiste en que el talentoso ha leído libros mediocres y ha sabido olvidarse con facilidad de ellos. Murakami cita con asiduidad a Kafka, pero en su literatura, apenas reluce la influencia kafkiana. Kafka es citado como el que muestra las fotografías de esos lugares donde ha practicado el superficial entretenimiento del turismo: con buenas dosis de prejuicios y elevado desconocimiento del medio.
A la vista del panorama, la influencia de los grandes escritores ha sido poco menos que anecdótica. Quién se atrevería a fecha de hoy, a someter al lenguaje más allá de su propia coherencia, más allá de la funcionalidad descarnada con que se escriben los complacientes éxitos editoriales cuyo principal mérito es reproducir por enésima vez los valores literarios decimonónicos. La teta de Balzac, en su ingenua pretensión de representar la realidad desde un punto de vista objetivo –cosas más delirantes se han visto- sigue dando de mamar a los grandes vendedores de argumentos.
Y mientras tanto, el lector medio ha perdido ese afán de aventura que le llevaba a rebuscar en librerías y bibliotecas en busca de un peldaño más en su viaje sin retorno. El mercado es reacio al talento. Ahora todo el mundo tiene que leer el mismo libro, aunque el engendro de turno suela contener un número indeterminado de clichés, lugares comunes, malversaciones líricas y finales triunfales.
Si ahora va a resultar que leer literatura se ha convertido en un ejercicio de pedantería elitista.
¡Oh, acojonante!

1 comentario:

  1. Hay que gastar cuidado con lo que se lee sobre temas de incertidumbre, la noche puede ser incierta.
    "Ahora todo el mundo tiene que leer el mismo libro, aunque el engendro de turno suela contener un número indeterminado de clichés": comparto al milimetro esta expresion tuya.

    Se cumple el viejo dicho de que la gente va donde va Vicente. Si se tira por un precipicio, alla que van todos detras de el.

    Celebro que Vila-Matas este entre tus favoritos;
    lei el año pasado el "Diario Voluble", y ahora lo mantengo en la mesita de noche como libro de consulta. Me acerca a creadores interesantes, ademas su prosa es "atrapante", no puedes dejar de leer.

    Muy instructiva esta reflexion tuya; no se por que me recuerda las paginas de Vila-Matas. Sera porque se aprende...

    Saludos

    Pd: sigo con las tildes de vacaciones

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